24 de febrero de 2012

Leishmaniasis

Hembra de Phlebotomus ingiriendo sangre


 Con la llegada del buen tiempo en primavera comienza el desarrollo de infinidad de insectos, entre otros los mosquitos del género Phlebotomus que nos sobrevuelan a nosotros y a nuestros animales en los atardeceres de verano. Estos dípteros necesitan materia orgánica y humedad para multiplicarse y su población permanece estable los meses de julio y agosto, pero es en septiembre cuando el número de éstos insectos llega a su tope máximo. Este insecto en sí no es peligroso, pero sí el parásito que puede transmitir con su picadura: Leishmania infantum. Es, por tanto, momento sobre todo para la prevención de la infestación de Leishmaniasis. Sería muy largo hablar de la leishmaniasis en su totalidad, tan sólo enunciaremos algunos aspectos importantes:

·                 -    La cuenca Mediterránea se considera endémica por las condiciones ambientales y la cantidad de animales infestados, además la presencia de animales portadores ocupa cada vez áreas más extensas.
·                  -   En las zonas endémicas la mayoría de los animales, en éste caso perros pero también personas, pueden ser picados por los mosquitos, la prevalencia de animales seropositivos es al menos de un 20%.
·                   -  De todos los animales que son infestados por los mosquitos sólo una parte desarrollará la enfermedad, quiere ésto decir que habrá un tanto por ciento de perros que eliminan el parásito por sí mismos.
                    -  Los animales que llegan a desarrollar la enfermedad nunca podrán deshacerse del todo del parásito, ya que éste queda latente en varias partes del cuerpo. Sin embargo los síntomas y la analítica de sangre nos dirá si la enfermedad sigue inactiva o debemos preocupar nos y tratar de nuevo.   
                    -  La prevención de la infestación es, desde febrero de 2012, posible por inmunización contra L. infantun mediante una vacuna cuya pauta de uso es de tres inoculaciones separadas tres semanas entre si el primer año. Después se harán recuerdos anuales de la misma vacuna. ·                                       -  Muchos de los casos que creíamos hace unos años crónicos son en realidad reinfestaciones: el animal pudo luchar y mantener a raya a la Leishmania. pero los mosquitos han continuado picando e inoculando el parásito. Si en éstos animales se previene la picadura del mosquito no es imposible  que se mantengan sanos durante tiempo sin necesidad recurrir a fármacos.
·                   -  En los animales que han desarrollado la infección, podemos tratar el parásito bien con medicación oral o bien parenteral (inyectada) y siempre debe ir acompañada de una correcta prevención de las picaduras de los mosquitos, incluyendo los animales vacunados. Para ello podemos usar collares, pipetas spot-on y si nos va lo natural esencias de plantas como la citronela o el árbol de nim (neem en inglés). Ningún repelente tiene una seguridad del 100% por lo que hay personas que deciden combinar más de un sistema.
·                    -Se ha demostrado que las garrapatas pueden trasmitir la leismaniosis, así como otras enfermedades que en algunos estadios son muy similares a la leishmaniosis y pueden llegar a confundirse, como la Ehrlichiosis. Además un perro puede resultar positivo a ambas enfermedades ya que son enfermedades que surgen en las mismas condiciones ambientales.
Por tanto ante un animal sospechoso de tener Leishmania es absolutamente imprescindible hacer un perfil completo del estado del animal, incluyendo hemograma, proteinograma, valores de hígado y riñón y en ocasiones una serología de Ehrlichia y Leishmania juntas. El momento idóneo será siempre al final del verano.
Conviene tomar la leishmaniosis muy en serio ya que es una zoonosis (WHO, 2010). Quiere ésto decir que es una enfermedad transmisible a personas. Es más, la población humana de riesgo no es sólo la de los afortunados propietarios de un perro sino toda en su conjunto ya que la vía de transmisión es por un vector que vuela. En un estudio reciente en la isla Ibiza, se detectó infección por Leishmania en un 22% de donantes de sangre. Aunque en la mayoría de las infestaciones la enfermedad tiene un curso subclínico (ausente de sintomatología) si que puede ocasionar la enfermedad en cualquiera de sus dos formas (cutánea o más grave la visceral) en bebés de muy corta edad e inmunocomprometidos: enfermos del VIH, personas en tratamiento con quimioterapia, etc. También se está viendo una incidencia cada vez mayor en niños menores de 5 años.
Por ello los veterinarios y veterinarias debemos informar adecuadamente a todos los propietarios de animales de los riesgos y procurar realizar una vacunación masiva del principal reservorio del parásito en nuestro pais: el perro.
Pensamos además que zoonosis como ésta deberían recibir un tratamiento distinto por parte de laboratorios privados y Administración Pública. Con precios reducidos o subvencionados la implantación de programas de vacunación sería mucho más amplia y la lucha contra el parásito más eficiente. No es una cuestión de usar una vacuna de lujo para canes afortunados sino un asunto de salud pública.


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