Hembra de Phlebotomus ingiriendo sangre |
Con la llegada del buen tiempo en primavera comienza el desarrollo de
infinidad de insectos, entre otros los mosquitos del género Phlebotomus
que nos sobrevuelan a nosotros y a nuestros animales en los atardeceres
de verano. Estos dípteros necesitan materia orgánica y humedad para
multiplicarse y su población permanece estable los meses de julio y
agosto, pero es en septiembre cuando el número de éstos insectos llega a
su tope máximo. Este insecto en sí no es peligroso, pero sí el parásito
que puede transmitir con su picadura: Leishmania infantum. Es, por
tanto, momento sobre todo para la prevención de la infestación de
Leishmaniasis. Sería muy largo hablar de la leishmaniasis en su
totalidad, tan sólo enunciaremos algunos aspectos importantes:
·
- La cuenca Mediterránea se considera endémica por
las condiciones ambientales y la cantidad de animales infestados, además
la presencia de animales portadores ocupa cada vez áreas más extensas.
·
- En las zonas endémicas la mayoría de los animales,
en éste caso perros pero también personas, pueden ser picados por los
mosquitos, la prevalencia de animales seropositivos es al menos de un
20%.
·
- De todos los animales que son infestados por los
mosquitos sólo una parte desarrollará la enfermedad, quiere ésto decir
que habrá un tanto por ciento de perros que eliminan el parásito por sí
mismos.
- Los animales que llegan a desarrollar la enfermedad nunca
podrán deshacerse del todo del parásito, ya que éste queda latente en
varias partes del cuerpo. Sin embargo los síntomas y la analítica de
sangre nos dirá si la enfermedad sigue inactiva o debemos preocupar nos y
tratar de nuevo.
- La prevención de la infestación es, desde febrero de 2012, posible por inmunización contra L. infantun
mediante una vacuna cuya pauta de uso es de tres inoculaciones
separadas tres semanas entre si el primer año. Después se harán
recuerdos anuales de la misma vacuna. ·
- Muchos de los casos
que creíamos hace unos años crónicos son en realidad reinfestaciones: el
animal pudo luchar y mantener a raya a la Leishmania. pero los
mosquitos han continuado picando e inoculando el parásito. Si en éstos
animales se previene la picadura del mosquito no es imposible que se
mantengan sanos durante tiempo sin necesidad recurrir a fármacos.
·
- En los animales que han desarrollado la infección,
podemos tratar el parásito bien con medicación oral o bien parenteral
(inyectada) y siempre debe ir acompañada de una correcta prevención de
las picaduras de los mosquitos, incluyendo los animales vacunados. Para
ello podemos usar collares, pipetas spot-on y si nos va lo natural
esencias de plantas como la citronela o el árbol de nim (neem en
inglés). Ningún repelente tiene una seguridad del 100% por lo que hay
personas que deciden combinar más de un sistema.
·
-Se ha demostrado que las garrapatas pueden
trasmitir la leismaniosis, así como otras enfermedades que en algunos
estadios son muy similares a la leishmaniosis y pueden llegar a
confundirse, como la Ehrlichiosis. Además un perro puede resultar
positivo a ambas enfermedades ya que son enfermedades que surgen en las
mismas condiciones ambientales.
Por
tanto ante un animal sospechoso de tener Leishmania es absolutamente
imprescindible hacer un perfil completo del estado del animal,
incluyendo hemograma, proteinograma, valores de hígado y riñón y en
ocasiones una serología de Ehrlichia y Leishmania juntas. El momento
idóneo será siempre al final del verano.
Conviene
tomar la leishmaniosis muy en serio ya que es una zoonosis (WHO, 2010).
Quiere ésto decir que es una enfermedad transmisible a personas. Es
más, la población humana de riesgo no es sólo la de los afortunados
propietarios de un perro sino toda en su conjunto ya que la vía de
transmisión es por un vector que vuela. En un estudio reciente en la
isla Ibiza, se detectó infección por Leishmania en un 22% de donantes de
sangre. Aunque en la mayoría de las infestaciones la enfermedad tiene
un curso subclínico (ausente de sintomatología) si que puede ocasionar
la enfermedad en cualquiera de sus dos formas (cutánea o más grave la
visceral) en bebés de muy corta edad e inmunocomprometidos: enfermos del
VIH, personas en tratamiento con quimioterapia, etc. También se está
viendo una incidencia cada vez mayor en niños menores de 5 años.
Por
ello los veterinarios y veterinarias debemos informar adecuadamente a
todos los propietarios de animales de los riesgos y procurar realizar
una vacunación masiva del principal reservorio del parásito en nuestro
pais: el perro.
Pensamos
además que zoonosis como ésta deberían recibir un tratamiento distinto
por parte de laboratorios privados y Administración Pública. Con precios
reducidos o subvencionados la implantación de programas de vacunación
sería mucho más amplia y la lucha contra el parásito más eficiente. No
es una cuestión de usar una vacuna de lujo para canes afortunados sino un asunto de salud pública.
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